Dicen que la curiosidad mató al gato, y no me refiero a la silueta que aparece sentada en el diván de la portada de Cuando los ojos no ven. De todos modos, que nadie se asuste porque aunque esta entrada pretende contar algunos secretos y entresijos de mi novela, ni mucho menos se tratan de destripes que te impedirán disfrutar de su lectura.
¿Qué? ¿Te animas a descubrirlos?
La protagonista
Os voy a contar un primer secreto. Una musa fue la culpable del nacimiento de Vivi. Ocurrió de viaje, en un tren. Charlábamos sobre Anne Germain, una supuesta médium que se forró hace unos años gracias a su fama televisiva.
Lo de que la mujer aquella podía hablar con los muertos resultó ser un fraude (como tantos otros), pero entonces mi amiga soltó: «Mientras esta mujer gana dinero a espuertas, seguro que hay una médium humilde intentando convencer a un psiquiatra de que las voces que escucha no son fruto de una esquizofrenia».
Y ahí, justo en ese momento, comenzó a gestarse la protagonista de esta historia.

Los personajes secundarios
Los personajes secundarios aparecieron poco a poco. Y lo hicieron de l mano de mis recuerdos y vivencias. Esto no es la primera vez que lo digo, a fin de cuentas, escribo literatura realista-costumbrista, ¿no? Pues que mejor que la vida real para encontrar a tus personajes de cuando los ojos no ven.
Quiteria, «la Nana»
Quiteria, «la Nana», es la bisabuela de mi protagonista. Su cara y sus gestos me vienen a la cabeza con solo cerrar los ojos.
Mi tía, que es genial en esto de las artes plásticas, no tardó en inmortalizarla nada más terminar de leer la novela. Y yo, por supuesto, no puedo sino compartirla.
¿Mola o no mola?
La tía Aurea
Vivi encuentra una foto que aparece a lo largo de toda la novela. Esta instantánea en blanco y negro la tengo grabada en mi memoria, pues ha estado siempre en la mesilla de una de las habitaciones de la casa de mi abuela.
No, quien aparece en esta foto no se llama Áurea, como en la novela, pero su curioso traje de primera comunión siempre me cautivó. Estaba convencido de que se trataba de una niña decidida a ser monja desde pequeña. Cosas de niños…
Total, que escribiendo Cuando los ojos no ven quise guiñar un ojo a mi familia. Ellos ya me entienden.
Los escenarios
Cuando los ojos no ven está ambientada en Villel de Mesa, el pueblo originario de la familia de mi padre, en Barcelona, la ciudad en la que vivo, y en multitud de lugares de la geografía española, desde Zaragoza a Sevilla, pasando por Madrid y por Medinaceli, un pequeño pueblo de la provincia de Soria.
Si elegí este lugar, además de por estar cerca del pueblo en el que me crié, fue porque… ¡uy! esto sería un destripe. Lo siento, pero me lo tengo que guardar…

El título: Cuando los ojos no ven
¡Sorpresa! Esta novela no iba a tener este título, no señor. La primera opción era «Ojos que no ven», haciendo alusión a esos refranes que tanto me gustan. Pero claro, cuando descubres que ese título pertenece a una novela publicada hace pocos años por una gran editorial, pues no te queda más remedio que cambiar de idea.